viernes, 12 de abril de 2013

chinchetas y alcayatas


Me contó el sabio Juan C. Romero² en una de esas cervezas que de vez en cuando puedo disfrutar con él, que había dos tipos de bares en la movida madrileña: Estaban los que tenían las paredes llenas de póster cogidos con chinchetas y sonaba rock, y, los que tenían láminas enmarcadas y sonaba jazz… en los primeros no sólo se estaba mejor, es que además las copas eran mucho más baratas y se ligaba más.

Me da envidia sana la capacidad de Juan para contar las cosas, pero mucho más envidio esa competencia para el análisis y la síntesis (y lo digo sin retintín, ironía o coña): chincheta bien, alcayata mal.

Hoy nos bombardean anuncios, perfumes, gestos, titulares, envidias… apenas algún símbolo suelto y desolado, mucho odio, mucha desidia, mucho miedo. Tenemos, más que nunca, que pararnos a identificar lo fundamental –que no es otra cosa que nuestro momento, nuestro entorno, nuestro trabajo, nuestros tiempos y nuestros sentimientos- y dotarnos de herramientas que nos permitan distinguir entre lo que quieren vendernos y lo que necesitamos o queremos. Podría parecer que estoy hablando de cuestiones materiales pero os ruego que hagáis un primer esfuerzo de abstracción porque estoy hablando de ideas, de ideales y de ideología.

Por lo tanto, más cultura, más debate sincero, más formación, más implicación, más coherencia, más coraje, más organización, más ganas, más lectura, más transparencia, más modestia y, sobre todo, más y más gente. La política toca fondo en la valoración y la conciencia porque no nos paramos a distinguir las chinchetas (buenas políticas) de las alcayatas (políticas criminales). Programa, programa y programa (hecho de modo colectivo, vinculando a personas distintas y sabiendo agregar) es hoy una necesidad vital.

No hay comentarios:

Publicar un comentario