Sólo existen dos tipos de personas: los que antes de usarlo
comprueban que hay papel higiénico en el wáter, y, los que primero lo usan y
después se acuerdan de la familia de Murphy.
En la teoría de la probabilidad (en realidad Ley de los
grandes números) encajan distintos teoremas sobre el comportamiento del
promedio, de la sucesión, de las variables… según aumenta su número de ensayos
aumenta su certidumbre. Hoy en día se hace política muy a menudo bajo la
premisa del ensayo-ensayo-ensayo… y muy pocas veces se establece el principio
lógico ensayo-error-ensayo-error… los que hemos estudiado algo de Marx llamamos
a esta concatenación lógica, -insisto, lógica- “teoría y práctica”.
Es curioso que libros de estrategia mercantil (véase la
Teoría Z, también llamada modelo japonés) que predica que hay que conseguir que
los trabajadores “amen” a su empresa y que ésta debe de propiciar ciertos
errores que permitan al empleado rectificar, reaprender, y corregir el error
(unas veces por iniciativa propia y otras de modo inducido) estén usando esa
base marxista y, sin embargo, las malas políticas públicas predominantes se
distingan actualmente por un cúmulo de desaciertos, de chaladuras, de
despropósitos; como si salieran de un saco sin fondo.
El mejor modo de distinguir una buena de una mala política
es, a mi juicio, estudiar la toma de decisiones a medio y largo plazo. Esto es,
ver el origen, ver la práctica, ver las correcciones, ver la implantación y ver
el grado de consenso/disenso que lleva aparejada dicha decisión. De ahí podemos
extraer el valor del programa electoral: una propuesta (como supuesto) debe de
ser permanentemente coherente en el espacio y el tiempo, adecuándose o
actualizándose constantemente, y ejecutándose, corrigiéndola y volviendo a
ejecutarse, en una especie de “continuo social” de Comte, pero con la práctica,
con lo tangible.
Vinculado a lo anterior, necesariamente, nuestros políticos
deben mirar si hay papel antes de usar el excusado. Con menos metáfora: no nos
podemos permitir algunas “cagadas” (véase aeropuertos, ave´s, macrobibliotecas,
monumentos… etc.) y cualquier gestor de izquierdas, de la verdadera izquierda,
tendría que usar el logo que hemos incorporado a este texto: capacidad para
sorprenderse, capacidad para interrogarse. Es necesaria una nueva interconexión
de lo público con lo político, de lo político con lo público. Todo lo demás
serán más privatizaciones, más externalizaciones y más ensayo-ensayo-ensayo…
además de seguir deteriorando la visión de lo público, los/as ciudadanos/as
iremos perdiendo poder.
Si eres de izquierdas sorpréndete, pregúntate… y actúa.
Corrige y vuelve a actuar. Propicia la intervención, escucha a los demás… mira
si hay papel antes de sentarte.