jueves, 21 de marzo de 2013

Día Internacional de las Puñetas

Ayer me enteré muy tarde de que la Asamblea General de Naciones Unidas había decidido que era el “Día de la Felicidad”. ¡Mira tú qué cosas! Y yo, pobre de mí, tonteando con una chica llamada depresión a ver si se venía de copas y al menos dejábamos en paz al resto del mundo.
Cuando esta mañana me he enterado de que era el día de la poesía me he dicho: ya está, voy a hacer un escrito que case los dos días; por ejemplo, con una poesía que hablara de la felicidad. Sí, ya sé, poco original.
Al buscar poesías me he dado cuenta de que las musas son unas hijasdeputa con esto de la felicidad y también he descubierto con asombro que la celebración estaba promovida por El Reino de Bután con el argumento de que: este sentimiento es el más importante de su Producto Interior Bruto. Acabáramos. Resulta que la propuesta para ser felices viene de un país que NI FIRMA NI RATIFICA 15 de los 17 Tratados Internacionales que fundamentan a las propias Naciones Unidas. O sea, que no está sujeta al Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; a la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes; al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; o, entre otros, a la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad… éstos, eso sí, con un rey monísimo medio dios medio títere, son los que promueven y consiguen que se declare el 20 de marzo Día Internacional de la Felicidad.
Yo no tengo una definición única y cerrada sobre este amplio y enmarañado sentimiento pero sí voy a apuntar algunos ejemplos. Aprovechando el “otro Día”, el de hoy, podríamos decir que felicidad es tomarse unas cervezas con los amigos y la gente que uno quiere, ver a mis hijos jugar y sonreír, disfrutar de una buena película, una barbacoa con sobrecolesterol, un paseo por las lagunas, un chiste bueno, una buena compañía, un helado de limón en Raya, un buen paisaje… sí, sí, evidentemente, dejo al lado el sexo, los vicios, las lecturas, las charlas… hay miles y miles de estímulos, miles y miles para cada uno y una de nosotros/as.
Es más fácil, queridos señores de la UN y queridos butanenses, butánicos, butaneros o como puñetas se diga, ser felices atendiendo a otros conceptos: los derechos fundamentales del hombre, una educación de calidad, el acceso a los alimentos, una sanidad universal, que no te discriminen, que tengamos libertad política y sindical, que no nos torturen, un trabajo digno y sin explotación, que nuestros hijos crezcan entre iguales, que no acabemos con el medio ambiente… cuando promuevan de verdad todo esto lograrán millones de sonrisas, millones de felicidades… bienestares, prosperidades, comodidades, saludes, placideces, despreocupaciones…
Por acabar con el Día de hoy, me voy a permitir un intento de haceros felices y de invitaros a leer poesía y a pensar, con el maestro Benedetti:
 
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
 
Que no tengan que decirnos desde Naciones Unidas cuándo ser feliz, ni qué leer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario