No cabe otra explicación, porque
¿cuándo hemos ganado? ¿Cuándo hemos hecho una revolución que trastoque y
revierta el sistema?
Antes de que alguien me acuse de
lo que verdaderamente soy (un socialdemócrata de pacotilla) y antes de que
alguien pueda pensar que estoy defendiendo las reformas constantes que, poco a
poco, vayan conquistando derechos y poder, he de aclarar que cada vez que hemos
hecho una huelga hemos ganado, cada vez que hemos votado hemos ganado, cada vez
que nos hemos manifestado hemos ganado, cada vez que hemos denunciado hemos
ganado, cada vez que hemos protestado hemos ganado, cada vez que nos han
detenido, fusilado, violado, acosado o perseguido, hemos ganado. Claro. Nadie
en su sano juicio se negará a reconocer que lo que tenemos lo hemos conquistado,
no nos lo han regalado, y que, además, ha costado cárcel, vidas, tiempo,
esfuerzos, sacrificios y persecuciones a miles y miles de personas. Sin las
luchas que nos precedieron (y aún de muchos coetáneos vivos) no podríamos
imaginar ni nuestro Estado actual ni nuestro estado actual.
Cada conquista tiene detrás una
historia larga de luchas. Por separado, muchas de esas luchas sólo significaron
pequeñas “mejoras” en nuestra calidad de vida. Otras han servido para que
avancemos en una nueva cultura y tomemos conciencia de lo colectivo o lo
global. Alguna nos han concedido nuevos derechos… y muchas de ellas, aparente y
lamentablemente, no han servido para nada. En conjunto todas ellas sin
excepción, incluyendo a las que hemos perdido, han servido para un todo
complejo. De un lado, por la reivindicación en sí, sobre algo concreto, de
otro, por la sensación de contrapoder, es decir, que aquellos con capacidad de
decidir sintieran que no eran impunes, que no podían imponer sin más sus
intereses al conjunto de la sociedad.
¿Por qué hoy en día sentimos tan
amenazadas esas conquistas? ¿Por qué afirmamos que estamos retrocediendo en
libertad y derechos? La respuesta no puede ser más desoladora: porque hemos
dejado de ganar, es decir, hemos dejado de luchar.
Algunas fuerzas han decidido que
ha llegado el momento de revertir esa situación, el momento de asaltar los
cielos, y, además, ahora o nunca. ¿Nunca? ¿Y qué ocurrirá si no ganamos? ¿Si no
Ganemos? ¿Si no Podemos? Yo tengo una sensación (una intuición si se prefiere)
pero me la voy a reservar porque distrae mucho del objetivo final de este
artículo. Lo que sí parece evidente y –a mi juicio- digno de mención, es que
ocurra lo que ocurra en las próximas elecciones (en TODAS, que no os enteráis)
es que hay que estar ya, ahora, en mayo y en diciembre, construyendo una nueva
alternativa que se perpetúe, sólida y estructuralmente, como un mecanismo útil
no vaya a ser que, tan acostumbrados como estamos a ganar siempre, batalla a
batalla y elección a elección, el día que no ganemos nos llevemos un disgusto
de los gordos.
¿Qué modelo? ¿Qué estrategia a
largo plazo? ¿Con qué medios? Esas serán respuestas que dependerán del
resultado y de la correlación de fuerzas, pero es raro que se sea tan gramsciano
para unas cosas y se olviden de que “las ideas no viven sin organización”. Tan
revolucionaria es una huelga como lo es una charla, la presentación de un libro
o una reunión de vecinos siempre que, además de lo concreto, se despierte
alguna conciencia. Ningún resultado, ni siquiera el de conseguir el Gobierno
allí donde se pueda, puede distraernos de lo fundamental: el eterno debate de
los fines y los medios, la justicia, la verdad…
El día que no ganemos tendremos
que aprender a ganar.
1962, no conocía a penas los clásicos del movimiento obrero internacional, tengo que reconocer que a Antonio Granci ni puñetera idea, conocía a los mas públicos: pasionaria, estalin, lenin, Maho, y unos poquitos más, al leer este articulo me he mocionado porque nuestra lucha, la de nuestra generación cuando comenzamos la reorganización en los 60 había habido unas series de caídas desde los 40 hasta la caída de 1964, era una situación de desierto provisional, no había casi nada todo estaba destruido de tras de tantas reconstrucciones del Movimiento obrero y estudiantil, era un erial. Al analiza un grupo de jóvenes comunistas como podíamos reestructurar nuevamente la organización, con pocos medios, simplemente el análisis de la realidad y la experiencia de algunos viejos comunistas, se llego a laS conclusiones; QUE DESARROLLA ESTE ARTICULO, de modo que empezamos, la organización de núcleos obreros y estudiantiles con objetivos claros de ir devolviendo la confianza de la fuerza del proletario, se fue ganado pequeñas conquistas, a la medida que la organización crecía las conquistas eran más gruesas. El enemigo seguía organizando políticamente y policial mente nuestra destrucción, con nuevas caída, pero la organización de núcleos nuevamente no ponía en la senda de la organización de ir ganando espacios de libertad y nuevas conquistas socioeconómicas. Ampliando la influencia de los ciudadanos, siempre que ganábamos era atreves de la unión y organización, todo un ir hacia delante y pequeños retrocesos, PERO SIEMPRE GANANDO AVANZANDO…
ResponderEliminarGracias Antonio.
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