No os pongáis
nerviosos/as. Recientemente descubrí que algunos lingüistas andan dándole
vueltas al término y que lo que la traducción clásica ha interpretado como “del
pueblo” (demo) y “poder” (cracia), en realidad podría ser “hacer cosas”,
“crear” (demi) y “poder” (cracia). Es decir, que en vez de “el poder del
pueblo” podríamos estar hablando de “el poder crear cosas”. Más allá de la
discusión semántica es verdad que el sentido clásico ha sido, también, muy maltratado
y sesgado: poder no es sólo mando, autoridad o soberanía, también es verbo…
podemos, se puede, puedes… aunque, desgraciadamente, en términos políticos esa
acepción ha desaparecido del ideario y de la intención de muchos partidos.
Como bien sabemos
–podemos leer a Sartori en este sentido- la democracia es difícilmente
entendible sin otros conceptos paralelos: delegación de poder,
representatividad, relación entre iguales… hasta un punto tal en el que, con
independencia de si es del pueblo o lo que el pueblo hace, la acción en sí (la
democracia) ha perdido todo su sentido hoy. Se siguen matizando y estudiando
todos esos conceptos que acompañan a la democracia pero no se analiza “el todo”
o, dicho de otro modo: revisamos y adaptamos tanto normativa como culturalmente
todos los mecanismos pero pocos, muy pocos, se atreven a plantear un nuevo
modelo.
La falta de
transparencia, la impunidad (o casi) de las administraciones y de los políticos
con poder, la corrupción, la no evaluación de las políticas públicas en términos
de eficiencia y eficacia, el subyugar decisiones a largo plazo a los intereses
de las minorías mercantiles y financieras –y un largo etc.- son frutos directos
del actual modelo, o peor aún, consecuencias innatas al mismo. La desafección
de la política, el individualismo, el sálvese quien pueda, y, sobre todo, una
nueva cultura que nos aleja de lo colectivo, del altruismo, de lo común, de la
información y de la toma de decisiones son los culpables de que el sistema
actual esté en crisis. Pero ¿para quién lo está?
El número de ricos ha
crecido en España en los peores años de esta mal llamada crisis[i],
¿están en crisis? La nueva Política Agraria Común (PAC) favorece a los grandes
propietarios de la tierra, a las industrias agroalimenticias y agroquímicas, a
las multinacionales del sector[ii], ¿están
en crisis? Los bancos han ganado 3140 millones en el primer semestre de 2013,
más el rescate del 2012 y sus correspondientes beneficios[iii] ¿están
en crisis? La Iglesia recibe de las arcas públicas diez mil millones de euros
al año, medirán su crisis en fe y número de borregos, porque lo que es en euros…
Así, la lista podría continuar y continuar. Los dos grandes partidos que se
alternan periódicamente en el poder; las multinacionales; los grandes
consorcios; las empresas que se están aprovechando de la venta y privatización
de la sanidad, de los medios públicos de comunicación, de la enseñanza, del
transporte o del agua… insisto, un largo etcétera, ¿están en crisis?
En crisis económica, de
valores, de ideas y de esperanza está ese pueblo que hace cosas o ese poder que
emana de él. Algún día –pronto- tendrá que repensar el actual modo de vivir y
de producir, pero también el actual modo de delegar el poder, de informarse, de
crearse opinión. De actuar.
Ir contra este modelo de democracia no es hacerlo ni contra el concepto ni contra su acción, pero no podemos seguir siendo cómplices. Hay alternativas.
Oigámoslas.
MUUUUUUUUUUUUUY BIEN. compartimos
ResponderEliminarGracias. Y si tenéis propuestas me gustaría oírlas.
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