martes, 25 de junio de 2013

Ensayo-Error

Sólo existen dos tipos de personas: los que antes de usarlo comprueban que hay papel higiénico en el wáter, y, los que primero lo usan y después se acuerdan de la familia de Murphy.
En la teoría de la probabilidad (en realidad Ley de los grandes números) encajan distintos teoremas sobre el comportamiento del promedio, de la sucesión, de las variables… según aumenta su número de ensayos aumenta su certidumbre. Hoy en día se hace política muy a menudo bajo la premisa del ensayo-ensayo-ensayo… y muy pocas veces se establece el principio lógico ensayo-error-ensayo-error… los que hemos estudiado algo de Marx llamamos a esta concatenación lógica, -insisto, lógica- “teoría y práctica”.
Es curioso que libros de estrategia mercantil (véase la Teoría Z, también llamada modelo japonés) que predica que hay que conseguir que los trabajadores “amen” a su empresa y que ésta debe de propiciar ciertos errores que permitan al empleado rectificar, reaprender, y corregir el error (unas veces por iniciativa propia y otras de modo inducido) estén usando esa base marxista y, sin embargo, las malas políticas públicas predominantes se distingan actualmente por un cúmulo de desaciertos, de chaladuras, de despropósitos; como si salieran de un saco sin fondo.
El mejor modo de distinguir una buena de una mala política es, a mi juicio, estudiar la toma de decisiones a medio y largo plazo. Esto es, ver el origen, ver la práctica, ver las correcciones, ver la implantación y ver el grado de consenso/disenso que lleva aparejada dicha decisión. De ahí podemos extraer el valor del programa electoral: una propuesta (como supuesto) debe de ser permanentemente coherente en el espacio y el tiempo, adecuándose o actualizándose constantemente, y ejecutándose, corrigiéndola y volviendo a ejecutarse, en una especie de “continuo social” de Comte, pero con la práctica, con lo tangible.
Vinculado a lo anterior, necesariamente, nuestros políticos deben mirar si hay papel antes de usar el excusado. Con menos metáfora: no nos podemos permitir algunas “cagadas” (véase aeropuertos, ave´s, macrobibliotecas, monumentos… etc.) y cualquier gestor de izquierdas, de la verdadera izquierda, tendría que usar el logo que hemos incorporado a este texto: capacidad para sorprenderse, capacidad para interrogarse. Es necesaria una nueva interconexión de lo público con lo político, de lo político con lo público. Todo lo demás serán más privatizaciones, más externalizaciones y más ensayo-ensayo-ensayo… además de seguir deteriorando la visión de lo público, los/as ciudadanos/as iremos perdiendo poder.
Si eres de izquierdas sorpréndete, pregúntate… y actúa. Corrige y vuelve a actuar. Propicia la intervención, escucha a los demás… mira si hay papel antes de sentarte.

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