sábado, 28 de junio de 2014

-¡Que yo no soy gay! El gay es mi novio

Mucho se ha escrito ya de lo que ha significado y significa la imposición cultural judeocristiana. Se ha utilizado tanto para explicar una buena parte de nuestras relaciones comunes como para argumentar los motivos de nuestras manifestaciones o actitudes sociales o culturales. Se ha llegado a decir que esa tradición fija nuestras normas básicas y establece nuestras relaciones.
Puede que todo eso sea así. Sin lugar a dudas nuestro modo de ver el mundo (y de movernos en él) es una suma de características históricas, pero eso no basta para explicar el rechazo hacia quienes muestran una sexualidad diferente. Además de entender que vivimos en una sociedad tremendamente machista tendríamos que colocarnos en una nebulosa de fronteras difusas y añadir conceptos como el estereotipo, el rol, la tradición, la familia… ni siquiera así lograríamos meter en la coctelera todos los elementos de análisis.
Es innegable que esa sexualidad “diferente” sigue provocando rechazo, mofa, marginación, cuando no animadversión u odio, sin olvidarnos de aquellos que la consideran una perversión o una patología. Pero ¿cómo acabar con eso y por qué tenemos que hacerlo?
Hay que acabar con ese odio o rechazo porque las personas tienen –todas- los mismos derechos: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. (Artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos). Sus etiquetas formales (homosexual, lesbiana, bisexual, transexual…) y sus etiquetas usadas como armas arrojadizas unas veces y para que ellos/ellas puedan reírse de esos ataques (marica, bollera, loca…) deben de ir desapareciendo de nuestra conciencia y cultura. Como siempre, unos medios de comunicación adecuados, una educación básica adecuada, una legislación adecuada y, sobre todo, una sociedad adecuada, son las cuatro herramientas y fines básicos de este cambio.
Hoy, día del orgullo, yo también quiero sentirme orgulloso de todas esas personas que no ocultan lo que son (porque quien tiene que ocultarse es aquel que esté dispuesto a vacunarlos o a molerlos a palos, a despreciarlos o condenarlos); orgulloso de quienes se manifiestan o luchan (porque quien tiene que callar es aquel que odia porque “no lo entiende”); orgulloso porque una bandera arcoíris puede por fin simbolizar una lucha (porque aquellos que esgrimen otras, o algún crucifijo, ocultan bajo esvásticas o aguiluchos la sinrazón y la estupidez); orgulloso de esos hombres y mujeres que saben lo que son, saben lo que quieren y tienen todo el derecho a ser como les dé la gana (porque aquel que no es capaz de comprender al corazón difícilmente entenderá de nada).
He encontrado una imagen hoy por las redes sociales y la comparto aquí porque creo que resume y expresa mucho mejor que yo todo ese orgullo. En cada barra del arcoíris han puesto una frase: soy gay, soy lesbiana, soy bisexual, soy transexual, soy heterosexual… soy persona.
Por un mundo de personas. Viva el día del orgullo y la lucha de l@s orgullos@s.

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