Sí se distinguen, en
general, las organizaciones básicas elementales (Asambleas) sujetas a un
espacio geográfico determinado (pueblo, barrio, ciudad, comarca, isla…) pero a
su vez, éstas pueden convivir con elementos organizativos teóricos o
profesionales, de sector o de tema (Áreas). Lo bueno y lo malo de ese modelo lo
dejaremos para un análisis en profundidad sobre la organización pero a simple
vista resulta evidente que está entre el partido clásico y la jaula de grillos,
entre lo nuevo y lo viejo, entre un quiero y no puedo…
Sus estatutos (se
supone que la forma que hemos elegido de organización, principios, deberes y
derechos) no son un reglamento en sentido estricto y, además, son
interpretables en tanto que norma mínima. Además, no tiene mecanismos ágiles de
autocorrección y siempre queda la decisión final en manos de quienes pudieran
incumplirlos (en parte la metáfora del zorro guardando el gallinero). Como se
podrá observar, todo esto es –o lo parece- una crítica feroz contra el modelo,
contra el modo y la forma, contra resultado y el método. Pero, lejos de eso, no
es sino la demostración palpable de que esta organización permite, consiente e
impulsa toda clase de críticas.
He intentado,
brevemente, dibujar el modelo pero me faltarían folios para explicarlo y nunca
sería un retrato suficientemente bueno. Para mí IU adolece de exceso de
democracia y de libre albedrío (y entiendo que cueste comprender que esto sea
un problema) porque cada hombre y mujer de IU es, en la práctica, una compleja
estructura política. En mi humilde opinión ahí está su grandeza y su defecto:
poder hacer, poder decir, poder crear, y, de otro lado, la obligación de lo
común, el deber al programa, a una ética y práctica determinada.
Ser coherentes tiene un
altísimo precio, pero hay que ser coherente porque si no vivimos como pensamos
pronto pensaremos como vivimos. Ahora bien, ese esfuerzo no es algo que
tengamos que pedirle en exclusividad a nuestros dirigentes o representantes
sino que tiene que ser un sacrificio permanente de cada uno de nosotros. ¿Somos
de izquierdas? Eso significa, en lo viejo y en lo nuevo, un mundo sin
injusticias, sin desigualdades, sin explotación… Nadie con sentido común piensa
delante de un espejo. Quizá alguno ensaye algún gesto o discurso porque esté
pendiente (o aprendiendo) pero nadie busca su reflejo para recapacitar ni se
coloca ante él para decidir sobre las actuaciones de los demás.
¿Vas a trabajar en
coche pudiendo ir andando? Quizá también tú tengas que dimitir.
Me siento orgulloso de
que desde IU, con esos hombres y mujeres que día a día se parten la cara por
construir ese mundo mejor (soñado por cada uno y diseñado entre muchos) se
puedan dar dimisiones como la de Wily Meyer. Con mucho por mejorar (mucho,
mucho, mucho) no creo que haya una organización tan transparente, participativa
y democrática como Izquierda Unida… al menos, ninguna que se haya enfrentado
aún a sus propias contradicciones y fantasmas. Sí algún día aparece una mejor
(como herramienta transformadora y no como fin en sí misma) yo no dudaré en
decir adiós… pero me miraré en el espejo no sea que me pille con malos pelos.
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